martes, 8 de julio de 2014

VII

Detengo mi mirada ante un lecho de muerte. No es mi hora. Ni deseo que lo sea.
Pero la sed de momentos deseados e incumplidos golpea fuertemente a mi orgullo.
Embiste a mi pecho el solo sentimiento de vacío. Siento el silencio de un cuarto oscuro ubicado en mi torso.
Un pequeño envase sin su contenido. Ciego fui al hurto de mi propio corazón.

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